LA HUMILDAD Y EL ERROR: ENEMIGOS INTIMOS

El mundo empresarial, y particularmente el del retail sufre año a año una “esquizofrenia estratégica” donde solo aquellos con visión de futuro, humildad y el “valor compromiso” en todos los empleados serán capaces de estar a la altura de las circunstancias.

Es bueno reconocer que quizás lo que hemos hecho ayer no tuvo el alcance que pensábamos, por más estudio de viabilidad que hayamos presentado en nuestro Power Point, y si aquella estrategia de negocio no ha funcionado, entender que los motivos muchas veces no están a nuestro alcance, y sobre todo que es el cliente quien ha marcado la estrategia y lo seguirá haciendo.

La humildad y el error se dan la mano a pesar de sus eternas confrontaciones en el “Mundo Ego”, y firman un pacto donde son conscientes que el saber transmitir a un equipo el por qué no hemos llegado a los resultados esperados a pesar de haber trabajado de manera vehemente la Estrategia A, es la llave del futuro éxito o al menos nos garantizará el contar con la credibilidad y apoyo de aquellos que nos ayudarán a impulsar la nueva e ilusionante Estrategia B con todos los argumentos.

Y esa credibilidad del líder, del buen manager, comienza por saber reconocer los éxitos que también existieron antes de su llegada (evitando el Síndrome del Paracaidista), ser capaz de hacer una lectura constructiva de los errores cometidos por sus antecesores, y en lo que a él le incumbe tener la auténtica grandeza de hablar a título personal y de manera abierta sobre los traspiés sufridos y de manera grupal de los éxitos conseguidos.

Y sin relativizar y minimizar la reflexión, pero a modo de inciso: que importante es entender, poner en valor y jerarquizar a aquellas personas y profesionales que en un solo segundo deben tomar una decisión de vida o de muerte, de todo o nada, en el ámbito que sea no solo en la medicina, y que detrás de esa decisión se encuentra más que una vida. ¿Y si esa misma vara de medición de resultados (siendo que somos muy proclives para ello) la pondríamos en nuestros negocios para corroborar las decisiones que hemos tomado?... ¿Cuál sería hoy nuestra realidad?

Casi nada de lo que se sabía hasta hoy vale ahora para afianzar un negocio retail o evitar que se hunda. Hay que invertir incluso en aprender cómo se debe pensar, leer el entorno y predecir el futuro inmediato de la manera menos “predictiva” posible; es decir: razonar, observar e imaginar. Que nadie cometa el error de que él solo puede hoy levantar la arquitectura sin la participación de los colaboradores expertos de la empresa que le ayuden también aportando condiciones de éxito y fracasos ocurridos en otros territorios y organizaciones. 

El mercado está allanado y todo se sabe, es muy difícil lograr engendrar una singularidad con éxito asegurado. Lo mejor es aprender de quienes lo han logrado y aplicarlos con humildad para tener asegurado en lo posible el resultado positivo.

Como innovar significa hacer y ello comporta un riesgo, se trata de evolucionar ante los clientes y que ellos lo perciban y lograr así, fidelizarlos, antes que la competencia te desplace, porque no hay clientes en el mercado para todos. Todo ocurre en el plano subyacente, en sucesos que debes de descubrir y anticiparte. El mercado antes solo cambiaba por el efecto de compra de las tendencias o modas, luego la información vía internet (en sus distintos formatos) se ha añadido como una variable clave. Ahora cada vez que la crisis da un vuelta de tuerca a la economía el poder adquisitivo o la confianza en el futuro se retuerce y el comprador vuelve a ser otro distinto o el que teníamos vuelve a reflexionar. Y para colmo, cada desempleado de una población donde tengamos presencia pone en marcha una ola de pesimismo en la decisión de compra y no podemos ser ajenos a ello.

Y si nos equivocamos, y aun podemos contar la historia, intentemos sentar a la mesa nuevamente a los dos viejos enemigos íntimos: la humildad y el error, que seguramente juntos nos ayudarán a resolver nuestros siguientes pasos hacia nuestros nuevos objetivos sin olvidar como hemos dicho, que el único que marca la estrategia es nuestro cliente, y los únicos que nos ayudarán a lograrlo son nuestros equipos, a los cuales no deberíamos "marear" con distintas estrategias que hoy son prioridad y mañana ya no lo son, sin entender los verdaderos motivos del cambio.