Las gafas de lo importante

El hombre por su fascinación innata ha mirado hacia el cielo contemplando la vía láctea, se ha detenido en la orilla del mar para dialogar con el horizonte, se ha subido a la cúspide más alta para comprobar la inmensidad. Siempre ha buscado un punto de referencia o una necesidad de futuro y cambio que, de alguna manera, le brinde seguridad, confianza y felicidad.

Pero nos han educado y estamos educando para “alcanzar la meta”, con cronómetro en mano. Vamos como locos corriendo día tras día, cumpliendo, enseñando, aprendiendo, llegando, partiendo, subiendo y bajando. Al vértigo lo llamamos adrenalina y a la calma inseguridad. Y es una carrera que nunca se detiene, porque nada nos satisface por completo o termina por convencer. Estamos en muchos sitios a la vez pero no estamos en ninguno. Queremos escuchar pero estamos respondiendo. Y en esa atropellada carrera por la inmediatez y el “logro”, paradójicamente siempre vamos solos. Aunque lo hagamos por y para otros, hemos entrado en una dinámica de aceleración constante que nos lleva consciente o inconscientemente a sentirnos,una vez más, en la rueda del hamster.

Paremos un instante. En esa esquizofrenia pluriforme tenemos entre manos una nueva oportunidad para cambiar las cosas. Un mundo que se abre de par en par hacia una transformación de un modelo más cercano, más colaborativo, más conciliador, en definitiva más nuestro, más humano. Pero si avanzamos con los viejos esquemas del pasado, tropezando sin tener un claro sentido de hacia dónde nos dirigimos, por qué, cómo y con quién lo hacemos, estaremos condenados a lastimarnos a nosotros y a los demás, dejando pasar un tren que probablemente no regrese. “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos” decía Eduardo Galeano.


Y en ese cambio podemos ser realmente disruptivos y dar el primer gran paso: sí todas las estrategias empresariales, sociales, educativas, comerciales en el fondo hablan de personas, ¿por qué no optimizamos tiempos y recursos comenzando directamente hablando de ellas? Inteligencia colectiva para una demanda universal de aplicación individual. Todas para una y una para todas, parafraseando a Alejandro Dumas. Por ende, el verdadero conocimiento de la persona y la satisfacción de sus necesidades y expectativas será la más exitosa de las estrategias.


Nos tenemos allí, mirándonos frente a frente, en cada reunión, café, pasillo o charla. Sabemos lo que nos importa y lo que no, lo que queremos y lo que no queremos. Por eso, antes de hacer grandes reflexiones, valoraciones, estudios e inversiones miremos con las gafas de lo importante nuestro alrededor, a nosotros, a nuestros seres queridos. En esta nueva etapa de transformación tecnológica debemos entender que en las cuestiones más sencillas y simples de nuestro día a día están las grandes palancas del cambio y la oportunidad de una verdadera evolución. No busquemos demasiado lejos, lo importante está en nosotros y con nosotros.

Las gafas de lo importante nos tienen que facilitar una mejor visión para discriminar aquello que no aporta valor, que no suma, que no facilita, que no es eslabón, que no une, que no construye, y en paralelo detectar a tiempo las mejores cualidades que sí queremos para nuestra vida, para nuestros proyectos, para nuestros negocios: como el compromiso, sensibilidad, generosidad, consideración, lealtad, responsabilidad, confiabilidad, factores determinantes para una relación duradera, creíble y exitosa. Estamos entre todos diseñando el nuevo modelo económico social de nuestros hijos y nietos. Cada uno desde su lugar tiene una excelente responsabilidad.


Así podremos regalarle a Ortega y Gasset que ahora “somos más que nosotros y nuestras circunstancias” y no nos limitarnos a perseguir nuestros objetivos individuales, sino que encontramos en los objetivos comunes los mejores beneficios recíprocos, trabajando juntos para lograrlos.