El talento del perdedor (Las ganas que ganan) - Vídeo 25 - Canal Youtube RH&CC

La fortaleza en la debilidad se descubre cuando sacamos a relucir nuestro compromiso, primero con nosotros mismos, luego con nuestros objetivos y por consecuencia con el Otro. El compromiso debe estar impregnado de actitud, ganas y esfuerzo. Tres características que nacen y renacen desde nuestro interior y que solo nosotros mismos seremos capaces de desbloquear y convertir la desafiante “cuesta arriba” en una permanente oportunidad.

"Nadie aprende a caminar sin caídas, golpes y múltiples intentos. El fracaso del perdedor es la "Estación del Conocimiento y Experiencia" más importante en la que un ser humano puede bajarse y subir con el preciado ticket de la oportunidad".

Te invito a ver mi nuevo vídeo de Recursos Humanos & Cultura Colaborativa: EL TALENTO DEL PERDEDOR (LAS GANAS QUE GANAN): https://youtu.be/-FEp1zrErOE


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DIEGO LARREA BUCCHI 
Twitter: @larreadiego 

El gen de la alegría

Vivimos en un mundo desparejo, imperfecto, presuroso, lleno de contradicciones, de sinsentidos, fragmentado, disociado, confuso y hasta ciclotímico, que sin proponérselo nos obliga a estar en alerta máxima, a mirar a nuestro alrededor y querer instintivamente proteger lo que más queremos. Nos cuestionamos, dudamos, a veces tenemos miedo pero a pesar de todo ello nos entregamos a la vida, a nuestras creencias, deseos, proyectos, familia y trabajo. Porque hay algo que nos da la fuerza necesaria para sobrellevar todo ello con decisión y es el gen de la alegría o como lo llaman algunos científicos el gen 5-HTTLPR.

Cuando leemos los datos macroeconómicos y sociales de toda la población mundial, haciendo como un especie de zoom abierto con Google Earth y mirando con cierta perspectiva, vemos sorprendidos un escenario realmente devastador. Los índices de desigualdad son brutalmente altos, pero lo paradójico de todo es que nosotros pensamos que estamos en el porcentaje positivo de las estadísticas y por desgracia no es así. Y no se trata de ideas políticas sino de sentido común, de inteligencia situacional, de mirar con perspectiva nuestra vida, lo que soñamos y anhelamos para nosotros, para nuestros hijos, negocio, clientes o nuestro futuro en general y el de los que nos rodean.

No hay nada más pragmático en estos casos que asomarse a estudios como Gini Coefficient u otros índices de medición y automáticamente veremos una luz roja de alerta ante nuestros ojos. Los datos son datos. Pero detrás de cada uno de ellos hay personas y también estamos tú y yo y el esquema de sociedad que entre todos diseñamos. Y por supuesto, la vida continúa y nos debemos a las obligaciones diarias pero, ¿en qué punto vamos a reflexionar y tomar las medidas correspondientes para que esta sangría deje de producirse y comencemos a trabajar desde el lugar que nos corresponda por un cambio real? Cambio de hábitos, de comportamientos, de intereses comunes, de colaboración, de escucha, de aprendizaje, de compromiso, etc.

Y esto no es una película de Steven Spielberg. Los datos son datos decíamos y las Naciones Unidas nos advierten que detrás de una proyección del crecimiento demográfico, con el continente africano como el que más crece en natalidad, la disminución de la población en Europa (bajas tasas de fecundidad y aumento de la longevidad) y las brechas sociales cada vez más pronunciadas en América Latina, nos encontraremos con una sociedad mundial altamente en riesgo. Y el problema no es detectar el cómo llegamos hasta aquí, porque habrá innumerable razones y sería interminable sino el cómo empezamos a gestionar una sociedad a nuestra medida dejándonos generación tras generación un buen legado de regalo y no un mal legado regalado.  

El ser humano es magnífico, con unas oportunidades que ya muchos seres vivos del planeta quisieran tener. Debemos comenzar por lo más sencillo: en casa, en nuestro día a día, en nuestro trabajo, en la calle, en el supermercado, con los vecinos, con nuestros clientes, proveedores y nuestros equipos. Comencemos a dibujar esa “casa ideal”, aún estamos a tiempo. No vendamos “humo”. Ya todos sabemos que si el objetivo, el esfuerzo y los resultados son compartidos la construcción de los pilares serán sólidos y permanentes.


Tenemos el gen de la alegría que también nos impulsa para cambiar, para levantarnos, para tomar las mejores decisiones y para aprender de los errores. Ese gen que nos contagia, que posibilita que las neuronas hablen entre sí y que regula y transmite mensajes emocionales nos activa y facilita el cambio. Si como decía Friedrich Koenig “tendemos a olvidar que la felicidad no viene como resultado de obtener algo que no tenemos sino más bien de reconocer y apreciar lo que tenemos”, podemos lograrlo. 

Trabajemos juntos la innovación más relevante del siglo XXI y hagamos entre todos, de este imperfecto mundo, nuestra mejor herencia libre de impuestos sobre sucesiones y donaciones, obsequiando a nuestros descendientes una sociedad generosa, sensiblemente humana, empática, creativa y solidaria.


DIEGO LARREA BUCCHI

Confianza sin fianza

Cuando era niño intentaba descubrir, de manera casi desesperada, el gran secreto del mago. Él nos ponía delante de nuestras narices un truco que parecía simple, pero que no podíamos descifrar. A mi alrededor oía los gritos de amiguitos intentando dar con la solución, sin embargo todo era en vano. Pero la sorpresa, la ilusión y la sonrisa desbordaban por nuestros rostros felices. Con unos pocos años más comenzamos a entender algo mejor ese truco infantil, y establecimos una relación no pactada y silenciosa de confianza con el mago de turno. Poníamos ojos picaros de “yo ya lo sé”, y permitíamos que todo fluyese.

Las relaciones se van construyendo con una dosis de buena ingenuidad, observación, sorpresa, ilusión, complicidad y un intangible “convenio de partes” silencioso firmado con letras de confianza. Como la del niño y el mago, la confianza es sin duda uno de los valores más importantes que tenemos, que podemos desarrollar y sobre todo que podemos transmitir.

La economía está basada en la confianza, también la política, las inversiones, incluso las religiones. Confiamos en nuestros padres cuando nos sueltan para dar nuestros primeros pasos, cuando el abuelo nos impulsa la bicicleta sin saber todavía andar, en lo que comemos y bebemos diariamente, en el producto que compramos, en el médico que cuida nuestra salud o en los docentes que comparten horas con nuestros hijos. Confiamos en el pronóstico del tiempo de nuestro teléfono, en el periodista que nos informa cada mañana, en nuestro jefe cuando nos indica los próximos pasos a seguir o en el mecánico cuando nos da el diagnóstico de la reparación del coche. Confiamos, creemos, esperamos, nos ilusionamos y nos entregamos. Somos como pequeños niños extendiendo nuestros brazos para nos sostengan.

Y es una actitud plenamente necesaria para vivir porque es la seguridad o esperanza firme que alguien tiene de otro individuo o de algo. Construimos nuestras vidas en base a ella. Ernest Hemingway decía que “la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando”. Y si lo hacemos, esto ayudará a simplificar y entender las relaciones personales, profesionales y comerciales. Es una acción tan importante en nuestras vidas que es capaz de dejar de lado las dudas firmando un contrato sin fianza. Esto genera una alta exposición y vulnerabilidad de nuestra persona, que es directamente proporcional con la alegría o el dolor de los resultados obtenidos. 

La pérdida de confianza, en cambio, se debe a un agotamiento emocional, causado por la mala intención de la persona o una mala experiencia que no cumple con lo prometido. Las personas y las marcas sabemos perfectamente que en el incumplimiento del “contrato sin fianza” hay una responsabilidad implícita. Y es la que nos lleva a tomar las decisiones de cambiar y marcharnos.

Nos dejamos llevar por el piloto al subir al avión, decidimos poner nuestros datos bancarios en las compras por internet, nos dejamos guiar por los consejos de Google y aceptamos la geolocalización, aceptamos la buena gestión de nuestros datos,  agradecemos la sugerencia del camarero, nos abrimos de par en par con amigos cuando estamos vulnerables. Confiamos a cada segundo de nuestro día, a cada paso, en cada decisión. Porque entendemos que cada uno de estos “actos de fe” nos llevan a tener una vida más llena de libertades, de desarrollo y progreso. Y nos refuerza nuestra capacidad para decir “no” a tiempo cuando ese “pacto” se vulnera, se rompe o se pisotea.  La evolución y transformación de las sociedades se basan en la transparente voluntad de confiar y en la máxima responsabilidad por cumplir. 

En el mundo de las seguridades e inseguridades, fomentemos la confianza sin fianza y seamos capaces de construir relaciones fuertes y transparentes con esa complicidad “del niño y el mago” donde la sorpresa, la ilusión y la sonrisa desborden por nuestros rostros.

DIEGO LARREA BUCCHI

El Valor de la Importancia - Vídeo 25 - Canal Youtube RH&CC


Existe una relación directa entre la productividad y la experiencia del empleado, la gestión del talento, su desarrollo, el sentirse parte del mismo barco, su integración en la toma de decisiones,  o el cómo hacernos sentir protagonistas, impacta altamente en el negocio.

El sentirnos valorados, queridos, cuidados, o el que nos hagan sentir importantes tiene unas dimensiones y unas repercusiones extraordinarias en nuestra salud física, psíquica, emocional y por ende en nuestro rendimiento profesional.

Las endorfinas propias y ajenas se activan cuando integramos, valoramos, escuchamos, incluimos y cuidamos a los demás. Y de esta forma logramos estimular el potencial ilimitado que cada ser humano posee internamente, haciendo que el desempeño tanto personal como laboral sea mucho mejor.

Los detalles son los grandes responsables de todo éxito. El valor de la importancia es el más grande de los detalles.

Te invito a ver mi nuevo vídeo de Recursos Humanos & Cultura Colaborativa: EL VALOR DE LA IMPORTANCIA: https://youtu.be/FWv3dy2SXVA


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DIEGO LARREA BUCCHI 
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De la intención a la acción

Todos en mayor o en menor medida necesitamos de los demás. Desde el minuto uno de nuestras vidas hasta el último de nuestros suspiros finales. Pero cuando estamos corriendo  a toda velocidad y nada detiene nuestra marcha, normalmente, no nos damos cuenta de ello. En cambio, si esa velocidad no hace más que hacernos girar en la rueda del hámster, miramos ahogados alrededor en búsqueda de una mano amiga «salvadora».

Hay veces que esa carrera se torna agotadora. Aunque apliquemos las 5.000 técnicas que hemos estudiado o que nos han recomendado para mejorar nuestra situación o nuestros proyectos, todos los caminos parecen conducir al dibujo de una puerta en la pared. 


Tenemos actitud, coraje, ideas, ganas, y tenemos la humildad de rehacernos, cuestionarnos, o reinventarnos cada día pero ese dibujo de la puerta en la pared sigue deteniéndonos e intentando socavar nuestra ilusión. Y si bien nuestros seres más queridos nos arropan, entienden, animan y aún siguen pensando que somos ese «pequeño superhéroe» que todo lo puede, comenzamos a padecer a un “Mundo Blablablá” que nos lanza discursos en pluscuamperfecto de subjuntivo diariamente, comprobando como efectivamente “del dicho al hecho hay mucho trecho”.

Son intenciones bien intencionadas pero que solamente llenan espacios, convirtiéndose en discursos cada día más vacíos para nosotros y nuestras urgentes necesidades. Y nos descubren y a la vez nos alejan de esas personas que nunca hacen lo suficiente para llevar su “estupenda dialéctica” a la acción oportuna. La palabra es la simbolización que se le da a una percepción, pero lo percibido no es palabra, es un hecho, un suceso, una experiencia real. Cuando se está en medio de una crisis las palabras sobran. Lo importante es la acción racional y concreta para salir de la crisis, propia y ajena. 


Muchas veces los que esperan algo en un momento en particular simplemente esperan detalles, sólo eso. La gente que se encuentra en la rueda imparable no busca soluciones mágicas, sino que aquel que hoy tenga la oportunidad de extender una mano para sacarlo de ese giro alocado, lo haga. Porque quizá el que está dentro de la rueda ya lo haya hecho o lo pueda llegar a hacer en otro momento de la vida con nosotros.

Las llaves de esa puerta dibujada en la pared pueden ser diversas, es cuestión de conocer y observar al otro. No se trata de regalar nada, sino de estar en el momento y en el lugar indicado, teniendo la capacidad empática de gestionar como si de uno mismo se tratase. 

Aún me resisto a pensar que ya «nadie debe esperar nada de nadie». Quizás porque sigo siendo un convencido de que el ser humano tiene una bondad colaborativa por naturaleza y porque la vida es cíclica. Y por supuesto, que el hecho de esperar algo de alguien no debe ser un justificante para no hacer lo que uno tenga que hacer o bien para lograr las metas y objetivos que tanto anhela.


Porque las personas nos influyen, las voces nos conmueven, las palabras nos convencen, pero los hechos nos transforman. Los seres humanos queremos que la realidad se adapte a nuestros sueños, necesidades y expectativas, lo que condiciona y dificulta nuestra interrelación con otras personas. Por eso es tan importante el verdadero conocimiento del otro, y dar testimonio de lo que el otro significa para mí cuando realmente lo necesita y no cuando yo lo creo conveniente. El momento de estar presente no reviste de excusas ni titubeos.”Res non verba”, hechos no palabras. Colaboración e interconectividad sin discursos.

Cada uno de nosotros tiene áreas de mejora, pero, cuando extendemos a tiempo la mano a los demás nos multiplicamos e incluso esas debilidades desaparecen. Dijo Malcolm X: “Cuando el “yo” se reemplaza por el “nosotros”, incluso la enfermedad se convierte en bienestar”. Hagamos de la intención una acción y transformemos nuestros entornos más próximos dando ejemplo concreto de lo que tanto pedimos y deseamos para la sociedad de nuestros hijos.

Sociedad de sensaciones (El conocimiento verdadero)

Para algunos pensadores la sensación es un modo inferior de conocimiento y algunos incluso dudan que se trate de un conocimiento. Platón, por ejemplo, afirma que la sensación o percepción sensible, no es un conocimiento verdadero ni siquiera del mundo sensible. En una sociedad donde por segundo estamos asimilando y gestionando cambios conscientes o inconscientes y donde la vertiginosidad nos lleva a una deliberación continua para la toma de decisiones aparentemente impostergables, es importante pararnos a reflexionar sobre el verdadero conocimiento del otro y el sentido de la inmediatez.

Estamos reaprendiendo a conocernos y en ese nuevo aprendizaje la pausa y la reflexión parecen no formar parte del nuevo modelo social. El aburrimiento pasó a ser una mala palabra y necesitamos sensaciones instantáneas, ocuparnos, estar en permanente alerta, no podemos permanecer un segundo sin mirar el teléfono porque todo debe ser “ahora”. La necesidad pareciera que se ha convertido es un patrimonio universal difícil de contradecir. Y transmitimos esa sensación a nuestros hijos, llenándoles de actividades y privándoles de un territorio tan maravilloso como es la imaginación detrás de la pausa. Por lo tanto, nos estamos tristemente acostumbrando a que todo aquello que esté delante de nosotros y no nos impacte en los primeros 10 segundos quede automáticamente descartado de nuestra memoria e interés. Y seguramente sin pretenderlo, nos convertimos en apisonadoras de tiempo, haciendo añicos las posibilidades de reflexión, de cuestionamiento, de diversificación, de ingenio, intuición, clarividencia, iniciativa, agudeza, invención, y básicamente del tan importante valor del disfrute.

Estamos viviendo dentro un gigantesco Shopping Mall, hiperconectados y muchas veces aislados, paseando por cada pasillo de nuestras futuras decisiones en las góndolas de las mil sensaciones. Lo que no siempre sabemos es que este “supermercado de la celeridad” también tiene salidas, incluso varias de emergencia. Por lo tanto, está en nuestras manos darnos la oportunidad de vivir alejados del impacto permanente, en lo urgente, en la acrofobia de lo inmediato y ser nosotros quienes decidamos cuándo y cómo queremos conocer y reconocer al otro. 

En un mundo diseñado para la extroversión, categorizar arbitrariamente si alguien es adormecedor o “no nos llama la atención” y por ende no pasa la barrera de los 10 segundos de nuestro “reloj sensacional”, quizá límite nuestra capacidad de aprendizaje. Pensemos en la cantidad de veces que, con el tiempo, reconocemos habernos equivocarnos y haber prejuzgado mal a esa persona. Incluso a aquellos que hemos descartado en nuestros trabajos. O todo lo contrario, cuando nos dejamos seducir por la “simpatía o carisma” del histriónico caricaturesco de turno carente de ideas. El umbral de las sensaciones nos pone contra las cuerdas y sin dar ni un sólo golpe nos enseña que, el propio espacio que podamos generarnos será fundamental para no caer en el precipicio de lo efímero, distinguiendo lo importante de lo urgente. Algo que valorarán, de alguna u otra manera, aquellos que tenemos el “regalo” de educar o de coordinar.


“Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta” decía Carl Gustav Jung. Somos afortunados por vivir en primera persona una transformación y cambio cultural. Está en nuestras manos construir modelos de proximidad, de verdadero conocimiento, de auténticas sensaciones o ser parte de un pasado tecnológicamente disfrazado. Es nuestra gran elección.

Si el verdadero conocimiento es el descubrimiento de las capacidades y limitaciones propias y ajenas, así como la búsqueda de las posibles soluciones para superarlas, unifiquemos talentos, esfuerzos e innovación para edificar juntos la verdadera sociedad que tanto deseamos.


DIEGO LARREA BUCCHI

Tú sí que vales (Perseverar también es innovar) - Vídeo 24 - Canal Youtube RH&CC


La historia de la humanidad está repleta de fracasos que han permitido mejorar lo que había antes. Muchas veces se decide emprender más por necesidad que por auténtica vocación o voluntad, y aunque sea de esta manera, la actitud que utilicemos marcará la diferencia. Y equivocarse puede ser un buen punto de partida para empezar a construir en la dirección correcta sea en el ámbito comercial, sentimental o en cualquier otro.

Dentro de las empresas, insistimos en tener equipos innovadores, rupturistas, participativos, generadores de cambios, pero no siempre se está preparado para gestionar de manera eficaz la recepción y coordinación de ese espíritu creativo. La Transformación nos propone un cambio también en este aspecto, por lo tanto, reformular el modelo del liderazgo es fundamental en esta situación.

Innovar también es aprender cuál es nuestro talento y hacer foco en desarrollarlo. Porque existen infinidad de ideas, pero el cómo las llevemos a cabo para concretarlas o cómo superamos las adversidades para conquistarlas, será nuestra marca, nuestro éxito.

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DIEGO LARREA BUCCHI 
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La gratitud: un valor que marca la diferencia

No hay nada más importante en la vida que agradecer a tiempo. Vivimos en una constante rueda vertiginosa de responsabilidades que nos contagia una extraña sensación de estar perdiéndonos momentos únicos e irrepetibles. Pero seguimos, pensando que en algún momento nos bajaremos, respiraremos profundo y recuperaremos el tiempo perdido. 

Pareciera que todo tiene una lógica prioridad, que todo tiene un razonamiento mucho más contundente que el detenernos un segundo, porque mañana hay que demostrar resultados, y “no tengo tiempo”. En cierta forma, estamos auto-convencidos que somos una especie de Superman o Superwoman capaz de dominar el tiempo y las expectativas propias y ajenas. Pero en realidad, en esa adrenalínica misión que nos desborda, hay gente que nos está esperando, que nos mira de cerca o de lejos poniéndonos carteles visibles o invisibles para llamar nuestra atención. El problema está cuando desgraciadamente nos estrellamos contra el muro que parecía carretera y no llegamos a tiempo para solucionarlo. Es allí donde nuestros superpoderes caen al suelo, y aquel minuto postergado se transforma en un vacío. 

Demostrar gratitud hacia aquellas personas que nos importan, que comparten nuestro día a día, nuestros proyectos o nuestros trabajos, es un valor que marca la diferencia. Salir de nuestras propia burbuja y entender que formamos parte de una biosfera relacional que nos ayuda a construir nuestra vida y nuestros logros, es la clave para un auténtico y maduro crecimiento personal, profesional, e incluso comercial.

Levantemos la cabeza, pensemos un instante: ¿has llegado a tiempo a decírselo?, ¿de qué te sirve dormir con “tus razones” si hay algo que puedes hacer para solucionarlo?, ¿es tan importante que no pueda esperar unos minutos?, ¿cuál fue la última vez que has invitado a comer a tu equipo para decirles lo importante que eran para ti y para la empresa?, ¿si te gusta que te hagan sentir importante, por qué no intentas tú lo mismo?, ¿la rutina te ha hecho creer que las cosas suceden por una cuestión mágica o hay alguien en la sombra?, ¿por qué no te acercas y le preguntas simplemente cómo está?, ¿te has puesto detrás para que los aplausos sean para el otro?, ¿has hecho esa llamada, esa visita, ese mensaje? Tu madre, tu padre, tu pareja, tus hijos, amigos, vecino, compañero de trabajo, jefe, integrante de tu equipo o cliente, todos y cada uno de ellos pueden formularte en silencio estas preguntas de alguna manera y quizás, no te estás dando cuenta.

Tengamos en cuenta que existe una gran diferencia entre dar las gracias y mostrar nuestro agradecimiento. La gratitud puede definirse como un sentimiento de aprecio y valoración por las acciones que otros hacen a favor nuestro. Implica una suerte de deuda moral con quien nos hace bien y ayuda. Deuda que no significa hacer un cálculo para redimirla, si no elevar la estima y estar abiertos a la posibilidad de corresponder por el beneficio recibido.

Somos lo que somos gracias a los demás. Independientemente del esfuerzo, de las tomas de decisiones, de las oportunidades descartadas o aprovechadas, siempre hubo, hay y habrá esa persona que ha hecho más fácil o más sencillo uno de nuestros pasos más determinantes en nuestro crecimiento personal y profesional.

Dicen las estadísticas que cada día damos las gracias más de veinte veces. Muchas veces lo hacemos de forma automática, sin casi darnos cuenta. La pregunta es: ¿cuántas de estas veces somos capaces de mostrar de verdad gratitud?

La gratitud es una virtud, y una virtud es una disposición, algo que se realiza con el objetivo de construir relaciones más plenas. A diferencia de otros sentimientos, el de la gratitud no aparece simplemente como un impulso simplemente. La gratitud exige que haya un sistema de valores éticos, donde estén resueltos los conceptos de dar y recibir, además de una renuncia a la visión egocéntrica de la vida.

Cuando bebas agua, recuerda la fuente, dice un proverbio chino. No perdamos ni un instante más y ganemos días, meses y años de nuestras vidas siendo agradecidos. La gratitud es un pilar de la humildad, y la humildad es el secreto de la sabiduría y el poder del verdadero conocimiento. Levantemos la cabeza, pensemos un instante, alguien nos está esperando. ¡Marquemos la diferencia!

DIEGO LARREA BUCCHI 

La selección que transforma (Big Heart Data Analytics Recruitment)

El éxito de las compañías gira alrededor de las personas, tanto internas como externas. Y en esta transformación en la que estamos siendo activos protagonistas, los que trabajan, gestionan y toman las decisiones de selección, contratación y retención de talento juegan un rol clave. Son los “grandes cardiólogos” que tienen hoy la altísima responsabilidad de darle la coherencia necesaria a este gran cambio con el “corazón del negocio” entre sus manos. De ellos depende incorporar nuevos criterios y conceptos innovadores o seguir gestionando como en el pasado, para personas y empresas del pasado, dejando que los latidos se apaguen lentamente.

Un estudio reciente nos dice que al 81% de los responsables del área de Recursos Humanos les preocupa su capacidad para seleccionar y adquirir el talento adecuado que realmente necesitan en su compañía. Pero cuando tienes la oportunidad de charlar mano a mano con ellos, te das cuenta que en realidad la preocupación no está centrada en qué tipo de formato o plataforma deben utilizar, sino en si tiene el equipo o el proveedor indicado que entienda realmente el verdadero cambio radical de paradigma que esto implica.


Porque la transformación no es sólo un tema digital, sino una manera diferente de hacer las cosas. Por eso hablamos una y otra vez de cambio humano y cambio cultural. No todo es dinamizar y formar en competencias digitales. Detectar y promover las competencias claves para gestionar de manera exitosa las necesidades que el mercado nos demanda y demandará es el “Big Heart Data Analytics Recruitment”. Un profundo análisis sobre las capacidades que tenemos los seres humanos para evolucionar, cambiar, adaptarnos, gestionar, planificar y aportar un valor diferencial sobre lo ya establecido.

Si el 47% del empleo actual desaparecerá dentro de una o, como mucho, dos décadas, según calcula la Universidad de Oxford y otras instituciones no podemos darnos el lujo de mirar hacia un costado cuando planificamos el mapa profesional de nuestras organizaciones. Porque ellas ya comenzaron a adaptarse a lo que el Foro Económico Mundial llama “La Cuarta Revolución Industrial”, y tendremos que acompañar ese cambio y  evolución con el mismo espíritu innovador, ponderando las habilidades y el talento frente a los commodities reemplazables o tercerizables.

El informe del FEM llamado “El futuro de los empleos y las competencias” nos da 10 líneas de trabajo para medir, evaluar y desarrollar: 1. Resolución de problemas complejos, 2. Pensamiento crítico, 3. Creatividad,  4. Dirección de personas, 5. Coordinación con los demás,  6. Inteligencia emocional,  7. Juicio y toma de decisiones,  8. Orientación de servicio,  9. Negociación 10. Adaptabilidad.

Porque vamos día a día descubriendo nuevas soluciones para antiguas necesidades, nadie queda exento de la adaptación, y menos la selección, contratación y retención de talento para la supervivencia del negocio. Las empresas se adaptan, los profesionales nos adaptamos, los padres y madres intentamos adaptarnos y los colegios se adaptan. Y no es una adaptación arbitraria, sino una necesidad primaria. La Revolución de las Competencias ya está aquí.


El 70% de los niños de la actualidad ejercerán profesiones que no han sido creadas. Por lo tanto, todo esto requiere tener una visión rupturista acorde con los tiempos y necesidades actuales, desde el lugar que nos toque gestionarlo. Debemos ser capaces de construir los cimientos de una sociedad donde nos enseñen y enseñemos a poner en práctica “ese valor añadido necesario” más allá de la tecnología, la digitalización y la inteligencia artificial.

Tener la oportunidad de “seleccionar” a la persona indicada es un privilegio. Darle las herramientas adecuadas y el espacio imprescindible es inteligencia. Pero saber capitalizar y estimular sus competencias y habilidades adaptadas a los nuevos tiempos, eso es talento.

DIEGO LARREA BUCCHI 

La sombra del talento - Vídeo 23 - Canal Youtube RH&CC

El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad, decía Ernest Hemingway.

No se hace oír más el que más grita, no se hace entender más el que más habla, no se hace respetar más el que más se impone, no se hace ver más el que más se muestra. Quienes reciben los mayores reconocimientos por sus talentos lo hacen precisamente porque no buscan reconocimiento alguno y tiene paciencia, pero su mayor virtud (no siempre valorada) es que trabajan en la sombra. 

La humildad es una de las virtudes más nobles del espíritu. Los seres que carecen de humildad, carecen de la base esencial para un auténtico éxito personal o profesional.
Talento sin humildad no es talento.

El liderazgo jamás puede ir de la mano de un sentimiento de superioridad, al contrario. Liderar, innovar, dirigir, gestionar deben realizarse desde la cercanía, desde la capacidad de aprender a recibir de los demás, de valorar las diferencias individuales, de la buena observación y entender humildemente que estar rodeado de los mejores también puede "hacerme mejor".

Te invito a ver mi nuevo vídeo de Recursos Humanos & Cultura Colaborativa: LA SOMBRA DEL TALENTO.


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