Cuesta imaginar que dentro de los pequeños detalles
cotidianos de todos los que nos rodean en nuestro día a día se puedan engendrar
gran parte de nuestras emociones, conversaciones, opiniones, experiencias,
expectativas y sentimientos.
En el ámbito personal, la imperceptible diferencia a través
de nuestra experiencia de vida nos ayuda a decantarnos por aquellos que
realmente nos aportan un valor en el momento oportuno y no en “el oportuno
momento”, convirtiéndose en simplemente postes eléctricos que pasan rápidamente
al costado del camino de nuestro tren.
En el ámbito profesional, quién hubiera imaginado que, en
los datos pequeños y cualitativos como las emociones, las conversaciones, las
opiniones, las experiencias, las expectativas y los sentimientos de los
usuarios, las empresas pueden encontrar oportunidades de negocio.
Éstas, aun habiendo superado exitosamente el proceso de
transformación y teniendo desarrolladas todas las áreas omnicanales a un nivel
de excelencia, la “imperceptible
diferencia” es la que realmente decantará al cliente en su experiencia de
compra. Y la «imperceptible diferencia» es la que nos ayudará a distinguir entre un «cumple contrato» y un profesional que deja la «buena huella».
Es el “Go the extra
mile” que nos debe regir en cada momento, dando “ese plus” cuando
desarrollamos una tarea o cuando nos relacionamos con los demás. Nuestro sello,
ese valor diferencial, la savia de nuestra esencia, aquello que no se copia y
que no se imita. Algo que pueda ser único y que hable de nosotros mismos sin
tener que hablar.
Por otro lado, no podemos permitirnos ser llamados buenos
profesionales si saltamos una cantidad de detalles que hablan de nuestros
valores y nuestra esencia. El detalle del olvido, de la marginación, de la no
escucha, del sectarismo, del amiguismo, del oportunismo, de la obsecuencia,
etc. Si nos convertimos en humo el primer vendaval nos hará desaparecer para
siempre. Solo es una cuestión de tiempo y los detalles siempre nos dan la
razón.
Del mismo modo tampoco permitirnos ser la empresa que todo cliente
desea si saltamos una cantidad de detalles que hablan de nuestros valores y
nuestra esencia. El detalle de la coherencia, de la autenticidad, de la
anticipación, de la proactividad, de la resolución, de la credibilidad, de la
proximidad, de la pasión, el detalle del conocimiento, de la escucha verdadera,
de la aceptación y de la humildad. Aquí, un error nos destruirá para siempre.
Todavía hay personas que creen que la productividad está en
la tarea. Por favor, avisemos a todos los desprevenidos que ese ciclo ya ha
finalizado. Hoy el mayor índice de
productividad es sin duda el detalle que cada uno de nosotros, desde
nuestros puestos de trabajo, puede generar.
Todavía hay personas que creen que, sin mover un sólo dedo, el
que tiene al lado permanecerá allí por los siglos de los siglos. Como aquel
viejo almacén que imaginó que la gente del pueblo le sería incondicional, hasta
que no lo fue. Y aquella suma de detalles no escuchados, o aquel detalle
perdido en el oscuro cajón que nunca supimos dar, probablemente haya sido impulsor
de un doloroso fracaso.
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