El hombre por su fascinación innata ha mirado hacia el cielo contemplando la vía láctea, se ha detenido en la orilla del mar para dialogar con el horizonte, se ha subido a la cúspide más alta para comprobar la inmensidad. Siempre ha buscado un punto de referencia o una necesidad de futuro y cambio que, de alguna manera, le brinde seguridad, confianza y felicidad.
Pero nos han educado y estamos educando para “alcanzar la meta”, con cronómetro en mano. Vamos como locos corriendo día tras día, cumpliendo, enseñando, aprendiendo, llegando, partiendo, subiendo y bajando. Al vértigo lo llamamos adrenalina y a la calma inseguridad. Y es una carrera que nunca se detiene, porque nada nos satisface por completo o termina por convencer. Estamos en muchos sitios a la vez pero no estamos en ninguno. Queremos escuchar pero estamos respondiendo. Y en esa atropellada carrera por la inmediatez y el “logro”, paradójicamente siempre vamos solos. Aunque lo hagamos por y para otros, hemos entrado en una dinámica de aceleración constante que nos lleva consciente o inconscientemente a sentirnos,una vez más, en la rueda del hamster.
Y en ese cambio podemos ser realmente disruptivos y dar el primer gran paso: sí todas las estrategias empresariales, sociales, educativas, comerciales en el fondo hablan de personas, ¿por qué no optimizamos tiempos y recursos comenzando directamente hablando de ellas? Inteligencia colectiva para una demanda universal de aplicación individual. Todas para una y una para todas, parafraseando a Alejandro Dumas. Por ende, el verdadero conocimiento de la persona y la satisfacción de sus necesidades y expectativas será la más exitosa de las estrategias.
Nos tenemos allí, mirándonos frente a frente, en cada reunión, café, pasillo o charla. Sabemos lo que nos importa y lo que no, lo que queremos y lo que no queremos. Por eso, antes de hacer grandes reflexiones, valoraciones, estudios e inversiones miremos con las gafas de lo importante nuestro alrededor, a nosotros, a nuestros seres queridos. En esta nueva etapa de transformación tecnológica debemos entender que en las cuestiones más sencillas y simples de nuestro día a día están las grandes palancas del cambio y la oportunidad de una verdadera evolución. No busquemos demasiado lejos, lo importante está en nosotros y con nosotros.
Así podremos regalarle a Ortega y Gasset que ahora “somos más que nosotros y nuestras circunstancias” y no nos limitarnos a perseguir nuestros objetivos individuales, sino que encontramos en los objetivos comunes los mejores beneficios recíprocos, trabajando juntos para lograrlos.
DIEGO LARREA BUCCHI
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