Tenemos el enorme privilegio de vivir en primera persona uno de los mejores períodos de la evolución humana. Así como en cada era el ser humano fue adaptándose, aprendiendo y sobreviviendo, hoy estamos en una situación con iguales características, sólo que con herramientas, elementos y condiciones diferentes. Dentro de este ciclo estamos incorporando elementos que nos dan las suficientes “pistas” para poder progresar y gestionar de la mejor manera esta etapa: hablamos de innovación, de cambio y de transformación. Hasta aquí, una simple foto de nuestra situación actual. Pero ¿qué marcará un factor diferencial, una verdadera evolución o una manera distinta (real) de hacer las cosas? El que se anime a romper las reglas con valores que transformen será el abanderado del nuevo y verdadero liderazgo del siglo XXI.
Ya podemos estar escribiendo o leyendo el mejor Business Plan, o trayectos de Desarrollo Profesional, o de Cultura Corporativa, que si no somos capaces de pegar una buena “patada al tablero” en el momento y en el lugar oportuno y vencer aquellas reglas que consideramos un auténtico obstáculo o una falta de coherencia, o incluso de ética o valores, todo será más de lo mismo. En tiempos de evolución aquellos que intentan sobrevivir con el corto plazo en sus espaldas, probablemente saquen un provecho inmediato pero sus fundamentos y credibilidad caerán en arenas movedizas a la primera de cambio.
“Ir contra la corriente nunca es conveniente” decía un antigua frase que por suerte ya nos suena anticuada. Cuestionarse las cosas, intentar mejorarlas y establecer nuevos modelos o parámetros, hará que nos encontremos cada día más cerca de lo que realmente sentimos y necesitamos. Refundemos nuestras “casas” con la credibilidad que todos nos merecemos. La política del conformismo, del “no me la juego” o de echar la vista a un lado, cuando somos nosotros los que realmente podemos cambiar las cosas, son parte de un pasado aprendido que debemos superar.
“Ir contra la corriente nunca es conveniente” decía un antigua frase que por suerte ya nos suena anticuada. Cuestionarse las cosas, intentar mejorarlas y establecer nuevos modelos o parámetros, hará que nos encontremos cada día más cerca de lo que realmente sentimos y necesitamos. Refundemos nuestras “casas” con la credibilidad que todos nos merecemos. La política del conformismo, del “no me la juego” o de echar la vista a un lado, cuando somos nosotros los que realmente podemos cambiar las cosas, son parte de un pasado aprendido que debemos superar.
Los valores que transforman no son cuadros, ni bonitos carteles sino que pueden ser tan “revolucionarios” como queramos que sean, y tan fríos y olvidables como nos lo propongamos. Romper las reglas no significa comenzar de nuevo ignorando o dando la espalda a los éxitos del pasado. Significa una búsqueda cada día más auténtica sobre nuestro verdadero yo, nuestra verdadera esencia, tanto de nuestra persona, de nuestras familias y de nuestras empresas u organizaciones.
Antes de hablar de innovar, de cambiar o transformar, pensemos que el nuevo liderazgo se construye con coherencia pero sobre todo con la actitud y la auténtica voluntad para innovar, cambiar o transformar las cosas (valga la redundancia). Los valores no se equivocan, de ello podemos estar seguros.
Seamos rupturistas porque hoy es el momento y nuestra sociedad está ávida de conductas ejemplares, congruentes y valientes. Nuestros hijos, parejas, amigos y equipos valorarán tanto esa decisión que tienes entre manos que no te imaginas hasta qué punto estarás enseñando los nuevos patrones de esta nueva sociedad. Cuando somos capaces de tomar decisiones basadas en valores, todos nuestros objetivos, cambios, innovaciones y transformaciones ya forman parte de nuestro ADN, coherencia y credibilidad.
Seamos rupturistas porque hoy es el momento y nuestra sociedad está ávida de conductas ejemplares, congruentes y valientes. Nuestros hijos, parejas, amigos y equipos valorarán tanto esa decisión que tienes entre manos que no te imaginas hasta qué punto estarás enseñando los nuevos patrones de esta nueva sociedad. Cuando somos capaces de tomar decisiones basadas en valores, todos nuestros objetivos, cambios, innovaciones y transformaciones ya forman parte de nuestro ADN, coherencia y credibilidad.
Rompe las reglas, rompe paradigmas, rompe con la tibieza o rompe con aquello que tú sabes que hay que romper para llegar a construir el puente de valores más grande y sólido que jamás hayas podido imaginar.
Y como dijo Eduardo Galeano: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
DIEGO LARREA BUCCHI
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