Abrimos nuestros ojos a la
vida buscando un por qué, una explicación, sentimos vacío, miedos y angustias,
y los brazos de una madre nos dan una
respuesta casi inmediata, generando tranquilidad, relajando nuestras emociones,
palpitaciones y respiración. Despertando en definitiva un círculo de confianza.
Dentro de este círculo crecemos y aprendemos. Buscamos también las manos de
nuestro padre que nos enseñe a andar, a subir en una bici y no caernos, a
dormirnos sabiendo que allí está, que pase lo que pase, está. Buscamos y necesitamos la confianza desde los
primeros días. No sabemos generarla, simplemente la reclamamos, la necesitamos
y lloramos desconsoladamente sin ella, lo hacemos desde niños pero también lloramos
de grandes cuando recordamos esos días con nostalgia. Es en esa confianza donde
construimos poco a poco la credibilidad en nuestros referentes. Y nos vamos
haciendo mayores y parece que la vida se conjura en desmontarnos la bella
teoría y recordarnos con ejemplos diarios (desde nuestra vida personal, la
política o bien en el mundo laboral) que el ser humano como decía Ebbinghaus
entra muchas veces en “la curva del olvido”. Y es en esa
curva donde se relamen las heridas, la
confianza, la credibilidad y por ende la coherencia.
Para centrarnos en nuestro
ámbito del management, descubrimos que cuando las personas perciben que sus
directivos tienen una elevada credibilidad, es mucho más probable que:
-Estén
orgullosos de decir a otros que forman parte de la organización.
-Tengan un fuerte sentido de equipo.
-Encuentren coherencia entre sus propios valores y los de la organización.
- Se sientan ligados y comprometidos con la misma organización.
-Tengan un fuerte sentido de equipo.
-Encuentren coherencia entre sus propios valores y los de la organización.
- Se sientan ligados y comprometidos con la misma organización.
Pero cuando la gente percibe
que sus managers tienen escasa credibilidad, es mucho más probable que
consideren que otros miembros de la empresa:
-Producen
sólo si se los vigila de cerca.
-Están motivados primariamente por el dinero.
-En público hablan bien de la empresa pero en privado no piensan lo mismo
-Consideran la posibilidad de buscar otro empleo si la organización comienza a tener problemas.
-Están motivados primariamente por el dinero.
-En público hablan bien de la empresa pero en privado no piensan lo mismo
-Consideran la posibilidad de buscar otro empleo si la organización comienza a tener problemas.
¿La credibilidad marca
alguna diferencia? Si damos importancia a la lealtad y el compromiso evidente
que sí. Los valores y misión de una empresa podemos construirlos en un fin de
semana, o darlos a una excelente consultora para que los ajuste a nuestra línea
estratégica.
Hablar de valores, hasta evaluar por valores es sumamente
interesante, y podríamos atrevernos a decir que es fácil, pero ¿realmente todos
son capaces de aplicar ese bonito cuadro de pasillo en el día a día?
Lo primero que se nos
viene a la mente es que sí, pero no
vayamos tan de prisa en nuestra respuesta y pensamiento, recordemos que la
curva del olvido es más que una estudiada teoría, es la vida misma. Confiamos y
creemos en nuestro referente, necesitamos de alguna manera que establezca una
línea de coherencia en sus acciones y pensamientos. Se lo pedimos a nuestros
padres, a nuestros hijos, a nuestros amigos/as, a nuestras parejas, y es lógico
que lo pidamos a nuestros managers. Si hasta incluso nuestros propios clientes
de alguna forma nos reclaman lo mismo en otro orden de cosas. La necesidad es
la misma. El vacío a llenar es el mismo. Pero a veces nos empeñamos en destruir
sin sentido o con sentido lo que desde lo básico buscamos y necesitamos.
Ser coherente es el valor
más elegante y complejo que encontramos en nuestras decisiones pragmáticas.
Tiene autenticidad ética y valentía emocional. Sin coherencia práctica entre
los valores que aparecen en los cuadros de nuestras paredes y en nuestras webs y nuestras
decisiones operativas generamos confusión y un fuerte sentimiento
desmotivador y de desconfianza.
La coherencia desata la
confianza y ésta conlleva a la credibilidad, clave para ser los profesionales
influyentes que soñamos ser. Esa influencia es la capacidad de resonar para
encontrar el eco. Cuando confiamos en lo que hacemos porque es auténtico y
además tiene la capacidad de generar confianza, provoca un efecto doblemente
eficaz, el eco es nítido.
Somos capaces de conectar con la esencia más básica
de las personas, somos capaces de llegar a sus emociones, a sus miedos, a sus
fragilidades. Si somos coherentes y creíbles, podremos establecer vínculos
duraderos y productivos, con un potencial único. Aunque siempre tengamos la
responsabilidad de cuidarlo, alimentarlo, y valorarlo, siendo conscientes que
lo construido en años puede desaparecer en segundos: relaciones de amistad,
sentimentales, de trabajo o de clientes.
Nadie dijo que era fácil. Ni
tampoco nos enseñan cómo hacer o no hacer. La curva del olvido puede
invertirse, o evitarse. Si somos capaces de recordar y sentir, por
ejemplo, esa mano de nuestra madre o
nuestro padre en nuestros primeros remolinos de dudas y revoluciones del miedo
natal, y aplicar esa experiencia a
nuestros momentos claves con sentido común, mucho afecto y valentía, entonces
estamos a un click de lograrlo.
Linkedin: es.linkedin.com/in/diegolarrea/