Desde el primer segundo de nuestro despertar cada mañana, estamos experimentando, decidiendo, deseando o rechazando. Y todo lo hacemos dentro de una repetición inconsciente llamada hábito. Nuestras neuronas, ávidas de nuevos desafíos, nos “obligan” cada día a generar impulsos. Porque el cerebro no puede parar de aprender y utiliza los conocimientos previos para añadir otros nuevos. Está en permanente movimiento. Por ejemplo, en la práctica repetida de caminar, “colocará” otras habilidades motoras: correr, bailar, trepar, saltar, tocar un instrumento, montar en bicicleta, siempre busca más. Es una innovación vital, que nos lleva a una evolución natural.
Si desde que nacemos y despertamos cada mañana estamos en un permanente ejercicio de búsqueda, aprendizaje y logro, ¿por qué nos resulta tan complejo admitir que transformarnos para transformar aquello que deseamos es la clave motora de nuestro éxito personal, profesional o comercial?
Ese entrenamiento diario no sólo es una visión introspectiva sino más bien una alta capacidad para saber distinguir, valorar e incorporar de la manera más rápida y eficaz aquellas mutaciones que nos regirán a partir de “mañana”. Esta práctica también debe darse en el ámbito empresarial, ya que las empresas deben abandonar el “sistema heredado” o legacy y atreverse a realizar el cambio que asegurará su supervivencia. ¿Qué tenían ayer en común empresas como Atari, Kodak, Blockbuster, Nokia y Olivetti? Todas creyeron que no había nada que cambiar, que el éxito estaba asegurado y que su producto o estrategia de negocio era imbatible. ¿Qué tienen hoy en común estas empresas? Que han desaparecido o declararon la bancarrota o son franquicias de marca o han sufrido su mayor golpe empresarial.
Animarse a transformarse para transformar no es fácil, es una decisión de valientes. Pero sobre todo debemos entender que es un proceso relacionado directamente con las personas. El ser humano es la clave del verdadero cambio del Siglo XXI. El Homo Sapiens apareció hace medio millón de años. Su aparición, resultado de muchas transformaciones de la biosfera, no estuvo acompañada de toda la tecnología con la que hoy lo asociamos, es decir, la cultura como conjunto de herramientas físicas y simbólicas que ha desarrollado para transformar la realidad y satisfacer así sus necesidades de orden biológico, psicológico y social.
Si tenemos en nuestro ADN el gen de la supervivencia, el conocimiento y la evolución, ¿dónde está el buen modelo de aprendizaje dentro de este aparente complejo escenario digital que sacude nuestro día a día?, ¿cómo romper nuestros miedos? La respuesta la tuvo ayer un gran directivo de retail que decía: la fórmula más sencilla es pensar en ¿qué elementos nos imaginamos nosotros como padres que nos gustaría que nuestros hijos tengan a la hora de ser buenas personas y buenos profesionales? Eso que nos vino a la mente, esa es la clave del éxito. Y no importa el desafío o lo que tengamos por delante, lo importante es tener la humildad, la proactividad, la iniciativa, los valores y la pasión para intentar ser mejores cada día, por nosotros, por nuestra familia, amigos y clientes.
Como decía Heráclito: "lo único constante es el cambio”. Y éste vendrá cada día más deprisa, nos guste o no. Entonces, podemos anticiparlo y liderarlo reconociendo quiénes somos hoy o dejar que venga y tener que gestionarlo. En nuestras manos y desde el primer segundo de nuestro despertar cada mañana está la gran decisión.
Feliz Semana Santa para tod@s!
DIEGO LARREA BUCCHI
Twitter: @larreadiego
Linkedin: es.linkedin.com/in/diegolarrea/
Canal Youtube: https://www.youtube.com/diegolarreabucchi