Lo bueno y lo malo que nos pasa en la vida tiene que ver con cómo gestionamos nuestras emociones. La felicidad no es una utopía de cuento de hadas. Es verdad que en la sociedad actual el dinero, la competitividad o la inmediatez no ayudan a estabilizar esa felicidad. Incluso el contraespejo de las redes sociales donde enseñamos más aquello que deseamos que suceda que lo que está sucediendo de verdad, nos genera incluso más frustración.
Evidentemente no podemos conformarnos pero debemos ser conscientes de lo que somos y dónde estamos para ubicar ese nivel ideal alcanzable y a partir de allí delinear el verdadero camino. A su vez, conocer nuestras actuales fortalezas y debilidades para poner o quitar de la mochila y caminar así con el peso correspondiente.
La ilusión y la realidad para llevar a cabo nuestros proyectos son dos elementos fundamentales para comenzar a subir esa montaña. El buen consejo desinteresado o el análisis de otras experiencias nos pueden dar pistas pero la elección del qué y del cómo es únicamente nuestra.
Deberíamos asumir que en la búsqueda de nuestra propia felicidad el peor de los errores es buscar la felicidad en sí misma, como si fuese un objeto. Nada más equivocado. La felicidad pueden ser instantes, segundos, horas, semanas, meses, no tiene tiempo ni espacio. Incluso se puede encontrar en el mismo camino de su búsqueda. Porque no estamos hablando de alcanzar un logro, una meta o un resultado. Hablamos de un estado personal consecuencia de una serie de actos. Ese resultado por supuesto que incentiva, realza, empodera, estimula, excita, rejuvenece, ilusiona y motiva.
Pero si relacionamos únicamente nuestra circunstancia emocional a la concreción de los objetivos que nos hemos trazado, probablemente podamos pasar algunos años en un puente de frustración donde no tengamos claro si estamos más cerca de llegar al final del mismo o si estamos en el medio o acabamos de salir. Porque la realidad nos puede sacudir en la cara que los objetivos aún no se pueden cumplir o que las dinámicas que estamos utilizando para lograrlas no son las adecuadas o tal vez que el escenario real está viviendo situaciones negativas que impiden seguir dando esos pasos.
Trabajar por alcanzar esos niveles que nos hemos marcado es fundamental y es por ello que ante todo necesitamos conocer cuáles son aquellas habilidades que aún no tenemos y provocan un cortocircuito en nuestro proyecto o bien están dormidas dentro de nosotros. Nunca perder la curiosidad por aprender ya que es desde el aprendizaje donde nuestra mente encontrará respuestas a múltiples interrogantes. El ser humano es curioso y necesita explorar, investigar y cuestionar las cosas para poder avanzar, conocerse mejor y lograr sus metas sean personales, profesionales, familiares, espirituales, etc. Pero el "ostracismo digital" no debe envolvernos en la quietud. Recordemos que la tercera ley de la dinámica de Newton es el Principio de Acción y Reacción, por consecuencia las paredes de cemento o de LED en la que nos sumergimos no forman parte del camino.
Todo es un trabajo constante, probablemente infinito, hacia el encuentro de nosotros mismos y de nuestros deseos u objetivos. Trabajo que implica dedicación, constancia, pasión, esfuerzo, aceptación, escucha e innovación. Así como sucede en la amistad o en el amor.
La vida personal es la asignatura más importante que debemos cursar y no hay escuelas, de momento, que nos ayuden a mejorar nuestras habilidades sociales de manera profunda. Es vital poder contar con herramientas internas sólidas que nos permitan realizar el verdadero cambio que necesitamos, en el momento y lugar que lo necesitamos. Para ello, es importante saber lo que uno quiere de verdad, abandonar nuestra inmadurez emocional, poner los medios necesarios para lograr los objetivos, desterrar los "es ques" y las excusas para tener definitivamente las ideas claras y organizar un plan de acción realista. Asumimos que el Síndrome de Sísifo estará una y otra vez en nuestra rueda, que suba y que caiga, pero eso forma parte de nuestro aprendizaje y en él la oportunidad de encontrar la auténtica felicidad de ser.