Para sobrevivir en este mundo tan competitivo todos
necesitamos hacer exactamente dos cosas: explotar lo mejor que sabemos hacer (nuestras
ventajas competitivas actuales) y en paralelo crear nuevas para el mañana. Una
fórmula tan fácil de escribir y tan difícil de llevar a cabo. Veamos algunos
ejemplos: IBM cambió de gigantescos procesadores centrales a computadoras
personales. Google ha progresado de motor de búsqueda a minorista de anuncios a
proveedor de servicios digitales. Picasso fue del azul al rosa, de la inspiración
africana al cubismo al neoclasicismo y surrealismo a reproducciones de otros
grandes maestros del arte. Innovación, polo positivo, atracción, talento y
éxito tienen en común el factor personas.
La mayoría
de las corporaciones tienen una cierta debilidad en la innovación a pesar de
estar escrita en cada uno de sus objetivos y propósitos anuales. Es
un quiero y no puedo, o un quiero y no sé. Pretendemos innovar olvidándonos de
potenciar lo mejor de nosotros y cuando decidimos innovar no encontramos la fórmula
para estimularlo. Viniendo de un post “musical” podemos dar un ejemplo con este
sector: la historia de la música pop no es la única plagada de éxitos “de una
sola vez” o “éxitos de verano”. Lo mismo sucede en gran medida dentro de la
comunidad de negocios. Muchas
organizaciones terminan en un cementerio de elefantes porque dudan o no saben
continuar con su éxito original, con aquello que las hace diferentes, su sello, su esencia, aquello que las distingue o las ha
distinguido.
Esto también explica por qué las corporaciones modernas
son tan dependientes de las personas que pueden pensar y hacer cosas de manera
diferente y que asumen riesgos. Pero ¿de qué vale esta dependencia sin
autonomía? Cuando a los managers se les
pregunta acerca de qué están buscando en los empleados del mañana, al unísono
mencionan características como: creatividad, auto-motivación, poder de
iniciativa, etcétera. Entonces ¿por qué
cuando los tenemos dentro no dejamos que lo hagan?Los miedos de la cultura del siglo XX se encontraban en un management definido como la ciencia de borrar la desviación, principalmente la desviación negativa, pero si un par de desviados positivos eran aniquilados en el proceso, ese era un sacrificio que la mayoría de los managers estaban dispuestos a hacer en el nombre de la gerencia profesional. He aquí el problema. La gerencia solo te dice cómo hacerte un poco mejor en lo que tú ya eres muy bueno y esto asegura la eficiencia, pero no la relevancia futura.
La implicación de ese
liderazgo nos llevaba a concentrar nuestra atención en las debilidades de las
personas. Nuestra sociedad entera, incluyendo a la mayoría de las
corporaciones, estaba obsesionada en convertir los menos (o negativos) en
ceros, súper ceros, pero ceros al fin. Irónicamente, muchos managers todavía
emplean el 80 por ciento de su tiempo y atención en el 20 por ciento de sus
negocios, productos o personas que son los de peor desempeño, los Mega-Menos de
los negocios.
Sin embargo, todos
sabemos que nuestro mejor desempeño debe basarse en nuestros positivos (o
ventajas), individuales y corporativos.
Una persona solo puede desempeñarse a partir de sus fortalezas. Uno no puede construir el desempeño a
partir de las debilidades, mucho menos a partir de algo que uno no puede hacer
en absoluto.
Si uno nació sin oído musical, ni siquiera 350 años de
práctica lo convertirán en el próximo Luciano Pavarotti, podrá quizás dejar de
afinar y eso será un logro, pero seguramente no destacará en este oficio. O si
usted, como yo, nacimos con el pie
izquierdo en la pierna derecha, ni miles de entrenamientos conseguirán que firmemos un contrato con el
equipo de futbol nuestras pasiones.
El nuevo paradigma para los emprendedores y corporaciones
del siglo XXI por lo tanto debe ser preventivo
en vez de curativo. Demos juego a
los positivos y tomemos decisiones de fondo con los negativos, asumiendo
también el por qué están allí y qué podemos hacer con ellos. La innovación comienza por estas pequeñas
grandes decisiones. Conocer a nuestra gente, fortalecer su área más productiva
y desde alli darle el espacio para que sea capaz de emprender sin barreras. Guiados por el polo positivo, estaremos
de esta forma ejecutando de una manera simple y realista la Ley de Atracción en
el Management de efecto multiplicador. Así las palabras bonitas quedarán para los cuentos, y las
acciones reales para los líderes.