La “integridad” es una cualidad básica que determina la
calidad de las personas y la calidad de servicio que puede dar. Además, encierra una buena dosis de conocimiento
personal, franqueza, madurez. Actuamos
con coherencia cuando nos comportamos según nuestros principios y experiencia.
Una persona íntegra, no se esconde, es auténtica, es consciente del valor del
“ejemplo” y da “ejemplo”, no por vanidad, sino porque sencillamente es así. Y
si preguntamos a hijos o a trabajadores cuál es la conducta que más recuerdan
de su padre/madre o de su jefe, probablemente un gran número de personas
respondería: "el ejemplo". Como decía Oliver Wendell Holmes: “Lo que haces habla tan alto que no me deja escuchar lo que dices”.
Ser un referente, un
líder, un pater familias depende más de la coherencia que de la oratoria. Por
desgracia muchas veces hemos comprobado que algunos de ellos caen del pedestal
como hojas en blanco porque sus palabras no se ven avaladas por los hechos, la
ejemplaridad es un imperativo. El
ejemplo hace al referente, hace a un líder, hace a un buen pater familias.
El ejemplo es el mejor maestro y la mejor escuela. En la
gestión del talento no se aplica la sentencia: “Haz lo que digo, pero no hagas
lo que yo hago”. Las personas tienen a imitar, por lo tanto, harán lo que “hacen sus padres o sus
jefes“. Lo que es importante para tus
padres o para tus jefes seguramente será importante para ti en la escuela del
aprendizaje, y lo que no sea importante para ellos, probablemente no lo será para ti. La razón es
obvia, el líder o el referente es un ejemplo a imitar. Los colaboradores
quieren “estar bien con el jefe/a “, y muchos colaboradores lo consideran como
un modelo a imitar y quieren, en su debido momento, llegar a ser como son sus
jefes. Lo mismo sucede con nuestros padres, más allá de lo que pensamos en
nuestros tiempos de juventud lógicamente rebelde y luego volvemos a valorar de
mayores.
El reflejo en el rendimiento en el ámbito de la educación y
del desarrollo profesional es, en gran medida, puro “efecto Pigmalión” (cómo la
creencia que tiene una persona puede influir en el rendimiento de otra persona).
Este efecto puede ejercer una influencia positiva o negativa. A veces, los managers
tratan a sus colaboradores de una forma que les inducen a actuar por debajo de
sus capacidades de logro, y viceversa. Según lo que esperan de ellos, así los
tratan. Es un arma de doble filo, porque si las expectativas son altas es
posible que suceda lo mismo con los resultados, pero si no es así la influencia
será negativa y los resultados mediocres. Es como si hubiera una relación
directa entre la causa y su efecto. Exactamente lo mismo sucederá en nuestras casas,
aunque pensemos que son modalidades diferentes.
La manera de verse reflejado en la ejemplaridad de un referente,
un líder, un pater familias se transmite mediante su forma de interaccionar y
comunicarse con los demás. Si da por hecho que sus colaboradores, por ejemplo,
son inexpertos o poco comprometidos, lo más probable es que los trate como
tales y vea cumplida su “profecía” cuando ellos respondan a esa actitud
comportándose con desmotivación. En cambio, cuando un líder cree en las
posibilidades de las personas con las que trabaja y en su potencial, y las
trata como expertos y como personas maduras, efectivas y motivadas, genera en
ellos más motivación, seguridad y compromiso.
Creer en los demás y dar ejemplo. No falta ser superhéroe
para ser ejemplar, tropezar también hace
camino y se hace camino al tropezar. Creo en el otro porque ha fracasado,
porque sabe levantarse, porque le ha costado levantarse. Creo en el otro no por
sus palabras sino por sus acciones. Einstein también dijo que “Dar ejemplo no es la principal manera de
influir; es la única manera”. Por eso es tan importante ser consciente y
comprender el impacto que tienen nuestros “cómos” y estilos de actuación en
todas las personas que nos rodean.
Fidelizar el talento
es cuestión de ejemplaridad. El líder que es coherente fideliza el talento
(la capacidad y el compromiso) de las personas que forman parte de su equipo.
Así son las cosas. Si el Liderazgo se improvisa, no vale.
Gracias a todos/as nuestros maestros/as de la ejemplaridad,
que son hoy nuestros reflejos que intentamos, humildemente, reflejarnos y que nos han
marcado con sus hábitos el camino a seguir.
DIEGO LARREA
Twitter: @larreadiego