Dicen que no tenemos que
tener miedo a los cambios lentos, sólo tener miedo de permanecer inmóviles. Nunca
es bueno estar “de paso” sino que nuestros pasos marquen el rumbo. Las horas
jamás vienen a uno, sino que uno va tras ellas. Porque esperar que la meta
venga a la salida es una negociación absurda frente al espejo. Nada sucede si
nosotros nos convertimos en nada, pero todo llega a ser posible si construimos
el todo.
Las dificultades, las desilusiones, el hastío, la
injusticia, las contradicciones, las negaciones, a veces se enquistan en
nuestras ganas, fuerzas, deseos y corroen lentamente nuestra capacidad de generar
nuevos espacios para inventarnos, reinventarnos y lograr nuestras ansiadas
metas. Podemos preguntarnos que “hubiera sucedido si…” pero es hablar del tren
que hemos perdido y ya no regresará. Y como hemos dicho en su día: “Lo que no
hagas tú, lo hará otro por ti”.
Y es en el talento del perdedor que podemos convertir en
victoria nuestra última derrota, olvidando los olvidos e ignorando la
ignorancia, haciéndonos fuerte en nosotros mismos, en nuestros valores y convicciones.
Ese talento del perdedor que no pregunta por qué, sino cuándo, porque mira
hacia adelante esperando la buena revancha. Y en ese “cuándo” encuentra nuevamente
la justificación perfecta para levantarse de nuevo y seguir. Con la humildad de
mirar los errores cometidos y entender que cuando nada es seguro, todo es
posible.
Y el talento del perdedor no se hace “trampas al solitario”,
porque sabe que en el camino habrá piedras, titiriteros, bufones, precipicios,
tornados, tormentas, laberintos, y todo tipo de escollos. Pero también sabe que
la marea dará en algún momento la vuelta y hay que estar preparados. Las ganas que ganan están en nuestro
interior, y su impulso hará que continuemos pedaleando para mantener el
equilibrio y llegar a la meta con el éxito anhelado.
Y como decía W. Clement Stone: “cuando la vida te ofrezca un limón, exprímelo y haz limonada.” Todos
tenemos el talento del perdedor dentro, que es como “ese pequeño cometa que se
eleva cuando mayor es el viento que se opone a su ascenso”.