Ser
auténticos no escapa del mundo empresarial, es tan importante que puede
diferenciarse claramente los buenos líderes de los mediocres. La autenticidad
es algo más que ser abierto o decir la verdad. Se requiere un conocimiento de
uno mismo y de los valores. Esto implica que el líder efectivo (no el mediocre
porque no podrá ser auténtico jamás) es el que será fiel a sí mismo; estará
siempre abierto a los demás; se preocupará no solamente de hacer siempre lo
correcto, sino de que se le considere una persona capaz, honesta, coherente,
humilde y con una inteligencia situacional y emocional innata.
No todos
están preparados para afrontar esta nueva etapa de transformación organizacional
y digital. Se necesitan líderes con estabilidad y madurez (y no me refiero a un
tema de edades). Esto exige conectividad con el contexto, con las demás
personas y fundamentalmente con nuestro "yo" auténtico. Un “líder
conectado” que ha encontrado su punto óptimo personal, puede ofrecer una
contribución satisfactoria y significativa a ese cambio, a su empresa y a su
equipo. El ser, estar, parecer y semejar tiene y tendrá, un claro
protagonismo en las características principales de este “nuevo management”.
La
“autenticidad” es tanto una virtud como una práctica ética. No obstante, cabe
precisar que mostrar nuestro “verdadero yo” no equivale a ser espontáneo. El
líder auténtico con su forma de ejercer el liderazgo evita mucho sufrimiento,
porque nadie se verá obligado a ajustar sus comportamientos. Los expresará
libremente, es más: el buen líder le pedirá que efectivamente así lo haga, creará
los espacios necesarios para que ello se produzca de manera natural, estableciéndose
un vínculo relacional que disparará los ratios de colaboración e integración en
el día a día y seguramente en los resultados finales.
La mayoría de las personas asocia autenticidad con el ser fiel a sí mismo o con “vivir sus propios principios”. Pero hay un problema con esta asociación; se centra en cómo te sientes acerca de ti. Autenticidad es realmente un comportamiento relacional, no un comportamiento egocéntrico. Lo que significa que ser auténtico, no sólo es estar cómodo consigo mismo, sino sentirse cómodamente conectado con otras personas.
Por lo
tanto, es crucial reconocer que la autenticidad es una habilidad social, además
de ser una cualidad del comportamiento interactivo. Por lo que ser un
“auténtico líder” significa ser “uno mismo”. No hay un líder fuera y otro dentro
de una organización. Si es así, el espejo de la credibilidad se rompe y la
hipocondríaca hipocresía golpeará fuertemente la cara de los valores. Debemos
orientar nuestro “verdadero yo” a una correcta utilización de las palabras, de
las acciones, de nuestras decisiones y a una manera creíble de comportarnos
para establecer una mejor interacción con los demás miembros de nuestros equipos.
Y no sólo
es un tema de managers o líderes, todo
colaborador o todo equipo debe entender que el ser auténticos con los
demás es un tema de principios. La rumorología, los pasillos calientes, la
opinología, los preconceptos, la falta de integración, el olvido, los clanes, el
“sí señor sí”, etc, son sólo grandes murallas contra nosotros mismos, donde
aparentemente nos sentimos protegidos pero que, al menor desliz de la vida, todo
se vuelve en nuestra contra.
Que la hipocondríaca hipocresía no nos encuentre desprevenidos, porque como decía William S. Maugham: “en tiempos de hipocresía, cualquier sinceridad parece cinismo”.
Que la hipocondríaca hipocresía no nos encuentre desprevenidos, porque como decía William S. Maugham: “en tiempos de hipocresía, cualquier sinceridad parece cinismo”.